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Gastronomía

El Valle de Sabero ha sido tradicionalmente una zona dedicada a la ganadería y la agricultura hasta la llegada de la industria de la minería a la zona, de ahí que la cocina popular se haya basado principalmente en los productos que se realizaban en casa a base de las materias primas que los propios vecinos tenían. Así, el conejo, la gallina o el cocido formaban en la mayoría de los hogares los platos principales.

Hasta que la minería se asentó en la zona la población vivía de la labranza y sus horarios y costumbres alimentarias eran muy diferentes a las actuales. Así, era habitual en la zona, a primera hora de la mañana, que los hombres antes de salir a trabajar al campo tomasen una copa de orujo y pan, que denominaban “la parra’. El verdadero desayuno lo tomaban hacia las siete y media de la mañana: una especie de refrigerio formado por sopas de ajo, el “torrezno” o tocino frito y queso, que les llevaban sus mujeres. Además no faltaba la bota de vino y el típico botijo con agua fría. Se tomaban las “diez”’ a base de embutidos caseros como chorizos, cecina de vaca, lomo de cerdo..

Productos de nuestra tierra

En aquellos años se decía: ”se nos estropean los lomos se nos estropea la siega”. Al mediodía los vecinos de este valle de Sabero tomaban el plato fuerte del día que, normalmente, estaba compuesto por un cocido con su sopa, chorizo, morcilla, tocino y el ”relleno”. Tras dormir un rato la siesta se reanudaba el trabajo; por la tarde se interrumpía para la merienda, formada por jamón, queso, cebollas largas de primavera... y, como última comida, la cena: Una cazuela de leche migada con sal, la llamada ”sopa de leche” o una tortilla con patatas. Realmente las costumbres han cambiado y, con la llegada de la industrialización a la zona, los hábitos culinarios cambiaron en los horarios regulados por los trabajos. Asimismo, la elaboración de las comidas comenzó a ser más sencilla y más ligera. A pesar de lo que pueda parecer, era en los meses de verano cuando se comía más por el duro trabajo en el campo; por el contrario, en los meses de invierno, el trabajo era menor, así como el ritmo de las comidas.
No obstante, las gentes del Valle conservan las recetas de antaño, porque el buen comer no está reñido con la modernización.

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